El corazón de la vida litúrgica de nuestra Iglesia

La SEMANA SANTA y EL TRIDUO PASCUAL son el corazón de la vida litúrgica de nuestra Iglesia. Me gustaría compartir con ustedes algo de lo que experimenté cuando celebré la Semana Santa en diferentes parroquias de la diócesis y experimenté la seriedad con la que nuestros párrocos, sus colaboradores y nuestros fieles celebran los misterios centrales de nuestra fe. Si bien la oración de la Iglesia es la misma en toda la Iglesia Universal, cada comunidad local hace su oración de acuerdo con sus propias tradiciones y costumbres.
DOMINGO DE RAMOS
En la iglesia del Santuario de San Padre Pío en Vineland. La Bendi-ción de las Palmas y la procesión tuvieron lugar fuera de la Iglesia. Esta procesión recuerda la en-trada triunfal del Señor Jesús a la Ciudad Santa, Jerusalén, donde fue recibido por multitudes que agitaban ramas de palmas y con aclamaciones de Hosanna.
La ruta de la procesión del coro, los fieles, el clero y los servidores pasaron directamente por el cementerio parroquial. Qué apropiado que esta alegre procesión caminara entre los muertos, lo que expresaba la esperanza de que los muertos compartan la victoria que Jesús logró para todos en la Ciudad Santa por Su muerte y resurrección.
LUNES DE LA SEMANA SANTA
Antonio Talotta, un estudiante de último año de la prepara-toria San Agustín en Richland, me invitó a asistir a las Estaciones de la Cruz en vivo, una pro-ducción organizada cada 4 años. Cada una de las catorce estaciones se realiza en forma de cuadro, acompañada por un comentario bien escrito para adolescentes e himnos cantados por el coro de la escuela. Los estudiantes, de manera profesional y solemne, realizaron esta paraliturgia que llevó a la audiencia a participar en la oración del Vía Crucis. Los actores estudiantiles mantuvie-ron sus posiciones congeladas en cada cuadro de una forma convincente; no es tarea fácil. El pú-blico no podía dejar de sentir la humanidad del Vía Crucis recordada en cada estación.
MARTES DE LA SEMANA SANTA
La Misa Crismal. Con su doble enfoque en la bendición de los aceites sagrados que utiliza la Iglesia para su vida sacramental y en el sacerdocio ordenado de Jesucristo. Fue una oportunidad para mí, en compañía de mis hermanos, de reconocer y agradecer a nuestros sacerdotes por su ministerio sacerdotal. Especialmente en estos días, cuando las noticias están frecuentemente dominadas por historias de malas acciones cometidas por algunos sacerdotes y obispos que de ninguna manera representan el testimonio y el servicio del sacerdocio de Jesucristo como se ha vivido en esta diócesis desde su fundación hace 82 años.
MIÉRCOLES DE LA SEMANA SANTA
Misa en la Instalación Correccional del Condado de Camden. Un grupo dedicado de feligreses laicos de la parroquia del Sagrado Corazón en Camden visita semanalmente esta cárcel. Nuestra oración reflejó los eventos recordados cada día en la Semana Santa y el misterio de Jesucristo, quien estuvo prisionero. A algunos de los internos se les lavaron los pies antes de la Misa como una expresión de su deseo de caminar limpios con el Señor.
La Misa del día se centró en la trágica historia de Judas Iscariote, quien es una de las figuras más tristes de las Escrituras. ¿Acaso tuvo Dios un castigo para él? Una pregunta apropiada para el en-carcelado a considerar. Después de la Misa, disfrutamos de un almuerzo y conversamos con algu-nos prisioneros.
JUEVES SANTO
En la Iglesia de Santa Elizabeth Ann Seton en Absecon. El Párroco organizó amablemente no solo una deliciosa cena para mí y los 6 seminaristas que me acompañaron, sino que también cada uno de nosotros recibimos una Canasta de Pascua. ¡Qué detalle!
Los feligreses aglomeraron la Misa de la Cena del Señor y un excelente coro de la parroquia can-tó. Los elegidos para lavarse los pies fueron los representantes de la parroquia que asistieron a nuestra reciente Convocación de Líderes Católicos. Tendrán mucho que ofrecer a su parroquia sobre el Discipulado Misionero. Durante la procesión con el Santísimo Sacramento a la capilla del reposo, un profundo silencio de oración llenó la iglesia y los fieles permanecieron en su lugar has-ta el despojo del Altar.
VIERNES SANTO
En San José Pro-Catedral en Camden. Antes de la Misa, una procesión se abría paso por las calles del norte de Camden. Cristo en su pasión se encuentra en esas calles, no solo en el Viernes Santo. Cientos de fieles y familias con muchos niños asistieron.
Desde mi silla en el santuario observé la vene-ración de la Cruz. Fue particularmente conmovedor cuando niños pequeños e incluso bebés en los brazos de sus padres besaron la cruz. La familia es la primera educadora en la fe.
LA VIGILIA PASCUAL
En la parroquia de Cristo Nuestra Luz en Cherry Hill. Un grupo de nuestros seminaristas estaban conmigo. Es imperativo para su formación que experimenten la li-turgia en una parroquia y en Cristo Nuestra Luz experimentaron lo mejor de la liturgia.
Los fieles se reunieron a cierta distancia de la iglesia y, a las 8 de la tarde, se dirigieron a la puerta de la iglesia donde un fuego rugiente rompió la oscuridad. ¡La Luz de Cristo! Las lecturas de las Escrituras fueron proclamadas magistralmente y la respuesta del salmo estuvo acompañada por una destacada música sacra.
“Reverendísimo Padre, le traigo la Buena Nueva de Aleluya”, me dijo el diácono. A lo que res-pondí cantando Aleluya tres veces lo cual repitió la comunidad. Luego, lo entoné por segunda vez levantando la llave y nuevamente la congregación respondió. Finalmente, la tercera vez se repitió el mismo patrón, seguidamente los músicos estallaron sus voces a medida que se formaba la procesión del Evangelio. Sí. Es la Pascua. Él ha Resucitado. No podías no saberlo en Cristo Nuestra Luz.
Dos Elegidos fueron bautizados; un Cristiano hizo una profesión pública de fe Católica y fue re-cibido en la Iglesia Católica. La procesión a la fuente Bautismal con toda la iglesia invocando a la santa familia de Dios para acompañar a los elegidos al baño de la vida. Los catequistas y el equi-po de RICA llevaron jarras de agua mientras nos movíamos por la iglesia. Los Elegidos entraron en la piscina y vertí el agua sobre ellos. Sus padrinos los ayudaron con el cambio de sus ropas en las túnicas blancas de los recién bautizados. La presencia del Resucitado en esa asamblea en la noche más santa fue palpable y evidente.
DOMINGO DE PASCUA
En la Iglesia de San Juan en la parroquia de Santa Teresa de Calcuta. Muchas familias jóvenes asistieron. Antes de predicar, pedí oraciones por las víctimas asesinadas por odio anticatólico en Sri Lanka, quienes en esa mañana del domingo de Pascua fueron asesi-nadas y heridas con bombas
detonadas en sus Iglesias. Uno es la Iglesia. Uno es el Cuerpo de Cristo. Somos tan víctimas del odio como quienes sufrieron daños físicos. En mi homilía de Pas-cua, animé a los feligreses a experimentar la alegría, la esperanza y la vida de la Pascua. Basta de tristeza, desesperación y muerte.
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente Él ha Resucitado!
Después de mi experiencia en la Se-mana Santa de la riqueza de nuestra vida litúrgica Católica, estos cincuenta (50) días de la Pascua continúan manteniendo en mí al Salvador Jesucristo Resucitado. Que sea lo mismo para ustedes.

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