Columna del Obispo – Jornada Mundial de la Juventud 2016

Lo que sigue son reflexiones acerca de nuestra peregrinación diocesana a la Jornada Mundial de la Juventud 2016.

Después de ocho horas de vuelo de Nueva York a Varsovia, nuestra primera parada fue en la ciudad de Mlodzieszm en la parroquia de mi amigo el Padre Darius Kuzminski. ¡Cuando bajamos del autobús el coro juvenil parroquial nos saludó cantando en inglés! Los feligreses estaban alineados con sus autos para llevarnos (a todos los 52) a sus hogares para refrescarnos del viaje nocturno. El idioma no fue problema ya que la hospitalidad de los feligreses nos comunicaba “la bienvenida”. Duchas y toallas estaban disponibles y por supuesto comida y refrescos. Aprendimos que no se puede decir no a la hospitalidad del pueblo Polaco.

En la tarde nuestros anfitriones devolvieron a los peregrinos a la parroquia donde había carne asada en las parrillas; sirvieron ensaladas frescas, pierogis de todo tipo, pollo, salchichas, kielbasa; y una variedad de panes caseros, postres, bizcochos, galletas y diferentes refrescos. Las familias anfitrionas se unieron a nosotros para el almuerzo.

Posteriormente fue la celebración de la Misa. El sermón fue bilingüe. Yo hablando en inglés y el Padre Darius traduciendo, ¡y otra vez el coro juvenil cantando con su repertorio en inglés de adoración y alabanza! Muchos de nosotros nos unimos al canto. No pude evitar pensar al mirar a los feligreses desde el Altar que los feligreses en Mlodzieszm podrían haber sido los feligreses en cualquier parroquia de nuestra diócesis que también ofrecen hospitalidad y bienvenida a los visitantes. Nos reunimos en Una Mesa, la Mesa del Señor, como un pueblo de Una Sola Fe, Un Solo Señor, Un Solo Bautismo y Una Sola Iglesia. Era una forma alegre y espiritual para comenzar nuestra peregrinación experimentando la cultura acogedora del pueblo Polaco y unirnos en oración con nuestras hermanas y hermanos en Cristo. Nuestros jóvenes peregrinos experimentaron la universalidad de nuestra Iglesia Católica.

Más tarde cuando el autobús partía para Varsovia, yo estaba parado junto a una familia que dio hospedaje a uno de nuestros seminaristas. La familia tenía un niño pequeño y el niño estaba llorando en los brazos de su madre porque su “nuevo amigo” se iba.

Yo y el Padre Romano fuimos con el Padre Darius a visitar el Obispo de la diócesis de Wovitch, su Excelencia Andrew Biskulpi amablemente nos recibió en su residencia e inmediatamente nos invitó a disfrutar de la comida y bebida. La diócesis de Wovitch fue la anfitriona de 7,000 peregrinos Italianos que estaban acampando con familias. El obispo se disponía para ir a saludar a los peregrinos en la Plaza pero sacó tiempo para atendernos a nosotros.

Esa noche visitamos Niepokalonow, el monasterio establecido por San Maximiliano Kolbe, una comunidad de aproximadamente 100 monjes Franciscanos. Uno de los monjes nos dio un tour que terminó en el dormitorio de San Maximiliano en donde fue arrestado por los Nazis. Allí oramos pidiendo fortaleza para tomar decisiones; para discernir la voluntad de Cristo para nosotros. En Auschwitz dejaron a San Maximilian morir de hambre después de que voluntariamente tomara el lugar de un compañero de prisión. Un sacrificio de sí mismo en la imitación del sacrificio del Señor Jesús.

Al día siguiente mientras caminábamos a través de los campos de exterminio de Auschwitz y Birkenau rodeado con alambrado de púas eléctrico, cámaras de gas, crematorios, horcas para ejecuciones públicas, y los bunkers de las víctimas del Holocausto, no había casi murmullos en nuestro grupo. Un millón cien mil víctimas, en su mayoría judíos pero también Gitanos, Sacerdotes Católicos y Monjas fueron las víctimas de uno de los peores males en la historia moderna. La reacción de nuestro grupo fue de silencio ante tal odio y locura incomprensible, pero también de determinación para que NUNCA JAMAS deba suceder algo así en el mundo. Pude ver las expresiones de horror en los rostros de nuestros jóvenes peregrinos después de nuestra caminata de 5 millas por los campos de concentración. Que ellos puedan ser mensajeros de la paz en nuestro mundo y nunca se dejen infectar con el veneno del odio por los demás.

Por la tarde nos unimos a 3,000 peregrinos americanos en el Santuario de la Divina Misericordia donde tuvieron lugar las revelaciones de la Misericordia del Señor Jesús a Sor Faustina y donde ella fue enterrada. Santa Faustina mostró que la Misericordia de Jesucristo derrama la vida divina de Dios en nosotros. Estuvimos allí para la hora de la misericordia a las 3 p.m. “Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.” Mientras las peticiones de la oración se iban repitiendo no pude evitar pensar en Auschwitz y Birkenau donde un océano de misericordia fue finalmente derramado por los libertadores de los campos en 1945 por jóvenes soldados Americanos, muchos de ellos de la edad de nuestros seminaristas. Que Dios los bendiga y les de descanso eterno a esa gran generación.

El Cardenal Sean O ‘ Malley, OFM. Cap., Arzobispo de Boston fue el celebrante principal de la Misa en el Santuario de la Divina Misericordia. Él nos recordó que en nuestro mundo en donde los asesinatos, el odio, prejuicio, guerra y violencia continúan, necesita mensajeros de la Divina Misericordia. Esperemos que hayan nacido en la Jornada Mundial de la Juventud 2016.

Muy fundamental para la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud fueron los tres (3) días de catequesis. Días de enseñanza, oración, talleres y Misa. Escuchamos a Cardenales catequistas entre ellos el Arzobispo de Manila, Luis Tagle que nos animó a ser tocados por la misericordia de Cristo; mi anterior jefe, el Arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan quien instó a los jóvenes peregrinos a ser agentes e instrumentos de la misericordia de Dios, y el Cardenal Sean O’Malley, Arzobispo de Boston, quien habló sobre cómo practicar la misericordia y cómo ser personas de misericordia. Un catequista es un maestro de la fe cuya misión es construir, alentar, instruir y desafiar la fe de los estudiantes. Había aproximadamente 15,000 peregrinos presentes para estas sesiones de catequesis que se iniciaron con música animada, pláticas de testimonios cuyos temas oportunos y relevantes incluyeron, el matrimonio, la castidad, oración, vocación, relaciones, sacrificio, las escrituras, y oraciones. Los Sacerdotes confesores se mantuvieron muy ocupados durante las sesiones de mañana.

Una enseñanza memorable fue dada por una Hermana de la Divina Misericordia, de la orden de Sor Faustina. Hipnotizó a la audiencia con su reflexión sobre la Cruz del Salvador. “Lo hizo por mí” era el mantra que repetía mientras hablaba sobre la Cruz. Ella animó la devoción del Señor Crucificado y habló de la redención por la Cruz. La libertad de ser lo que Dios quiere que seamos.

Después de su charla la asamblea vibró con música de alabanza y adoración seguida por la Misa. El enorme Centro resonaba con tonos Bizantinos solemnes y música que levantaba el alma hacia Dios. Un descanso para el almuerzo después de la Misa y luego se ofrecieron una variedad de talleres. Estos proporcionaron una oportunidad para conocer a otros peregrinos que hablaban inglés de alrededor del mundo y de nuestro país. Jóvenes ministrando a la juventud. Animándose unos a otros en la fe; experimentando la fe joven de gente joven. Todos necesitamos modelos de fe y los jóvenes necesitan modelos jóvenes, de los cuales había bastantes en la Jornada Mundial de la Juventud 2016. El entusiasmo por Cristo y por la iglesia y por la peregrinación fue contagioso en el ambiente de ese Centro.

El viernes por la noche, el Santo Padre presidió las Estaciones de la Cruz, que se rezaron e interpretaron como “catorce obras de misericordia”. Seguir la Cruz es responder a aquellos que necesitan la misericordia de Jesucristo. Las Estaciones fueron interpretaciones de eventos que ilustraron situaciones en necesidad de la misericordia de Dios.

La mañana de la Vigilia nuestro grupo ofreció la Misa a las 6:30 am para que nuestros peregrinos tuvieran un temprano inicio y pudieran comenzar la caminata hacia el Campo de la Misericordia (Campus Misericordiae) para la Vigilia durante la noche. En la Misa rezamos por fortaleza espiritual para la peregrinación. Ellos caminaron nueve (9) millas bajo el calor del día. Había miles, cientos de miles haciendo lo mismo. Nadie se quejó. Había alegría y compañerismo entre los jóvenes caminando entre los apretados campamentos.

La vigilia con el Santo Padre duró más de tres (3) horas. Fue de oración, instructiva, desafiante. Su homilía fue una exhortación a la Misericordia de Dios. Cuatro (4) testimonios dados por jóvenes que hablaron sobre la acción misericordiosa de Dios en sus vidas. El Papa envolvió a la multitud con su predicación y la música de acompañamiento agitaba nuestras almas. Más de un millón de jóvenes pasaron la noche al aire libre tratando de dormir un poco. Fue muy emocionante para ellos. Su sentido de comunidad e iglesia se había solidificado mucho a este punto de la peregrinación.

La Misa de clausura el domingo fue concelebrada por el Santo Padre y cientos de obispos y sacerdotes. Los informes fueron de 2.5 millones de personas en la Misa. El Papa habló acerca de Zaqueo, el hombre pequeño que trató de ver a Jesús. Ver a Jesús en la multitud de la Jornada Mundial de la Juventud; ver a Jesús en un país extraño; ver a Jesús entre los que no son como nosotros; pero verlo. El Papa instó a los jóvenes a acercarse a Cristo y no permitir que nadie ni nada se los impida.

Esa noche nuestro grupo disfrutó de una comida de despedida festiva. Sí, estaban cansados y algunos con ampollas en los pies, pero estaban muy vivos en Cristo y cambiados por su experiencia en la Jornada Mundial de la Juventud 2016. “Bienaventurados lo misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia” fue el tema de la Jornada Mundial de la Juventud. Para mí esto fue una experiencia muy emocionante el estar con jóvenes que se entusiasman por la fe, por Jesucristo y por la iglesia. Yo sé que algo pasó en mí durante la Jornada Mundial de la Juventud y estoy seguro de que también algo le pasó a nuestros jóvenes.

Mi agradecimiento a nuestros benefactores, especialmente a los muchos sacerdotes de nuestra diócesis que respondieron generosamente a mi pedido para poder llevar y motivar a nuestros seminaristas en su discernimiento vocacional y a el Intercambio de Caridad sin cuya generosidad esto nunca hubiera sucedido.

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