Columna del Obispo – Dejemos que nuestras acciones muestren que la vida es sagrada

El impactante y escalofriante tiroteo de hombres y mujeres en la discoteca Pulse en Orlando inunda nuestras mentes y corazones con preguntas e incredulidad acerca de quién podría crear tal matanza y por qué.

Nuestra respuesta inicial a ese sacrificio debe ser de gente de fe. Nos volvemos a Dios y encomendamos los muertos a su Creador. Que estas víctimas de violencia y odio descansen en la paz eterna. Creemos que existe la vida eterna después de la muerte y estos muertos esperan la resurrección de sus cuerpos heridos. Rezamos por sus seres queridos, sus sobrevivientes que los lloran. Que sean reconfortados en su gran pérdida por su fe en Dios y puedan ser consolados por las muestras de apoyo de la gente de buena voluntad.

Bishop Dennis J. Sullivan web portrait1Mientras las autoridades continúan su investigación y descubren información sobre el agresor, vemos una historia compleja, la cual nos recuerda que en medio de nuestra indignación y oración, necesitamos paciencia. Debemos suspender el juicio y dar tiempo a que la verdad surja, no sea que nos hagamos conjeturas de las acciones de un individuo trastornado a comu-nidades enteras de personas. Necesitamos recordar a nosotros mismos donde se encontraría Jesús en medio de tal tragedia, cuidando los heridos, consolando a los angustiados e implorando la paz y el amor. Desde los primeros en responder, hasta las largas líneas para donar sangre, hasta un torrente de respuestas de alrededor del mundo, hemos visto una vez más que el amor y la compasión son la respuesta definitiva al odio y la violencia.

Al igual que me preocupa la desgarradora muerte de las víctimas, me preocupa el que las víctimas fueron específicamente atacadas debido a su orientación sexual. Ningún ser humano nunca debe sufrir el odio de los demás. El odio es una ofensa a Dios.

Como Cristianos estamos sujetos a la Ley de Cristo. “Ámense unos a los otros como yo los he amado.” Este es Su mandamiento nuevo. “unos a los otros” incluye a las personas homosexuales. Un Católico que demuestra odio hacia una persona – por su orientación sexual, religión o el color de su piel – debe buscar el perdón de Dios. ¿De dónde se origina tal odio? Y, ¿por qué las personas homosexuales son tan frecuentemente sus víctimas?

Nuestros hermanos y hermanas lesbianas, homosexuales, bisexuales y travestis (LGBT) están tan hechos a la imagen de Dios como yo. Su orientación sexual no los hace menos ante los ojos de Dios. Como alguien que es amado por parientes y amigos homosexuales, y que los ama también, me temo que igualmente podrían ser víctimas de tal odio.

Tan frustrante como horrible, este ataque es otro ejemplo de nuestra crisis de la violencia con armas en los Estados Unidos. Una realidad que vemos en las noticias casi a diario, vemos como personas jóvenes mueren en las calles de Camden, Filadelfia y a lo largo del corredor del Noreste. Ambos asesinatos relacionados con armas, las de una víctima y las de tragedias masivas, necesitan ser vistos a través de la misma luz.

El tiempo de espera ha terminado. Terminó después de Virginia Tech, después de Charleston, después de Sandy Hook, después de San Bernardino y otra vez ahora. ¿Cómo es posible que estas armas violentas pueden adquirirse con tal facilidad por personas que previamente han dado señales de ser un peligro para los demás? E igual de importantemente, ¿deberían estas armas ser compradas tan fácil y rápidamente por cualquier persona?

Esta locura debe terminar. Nuestros políticos necesitan tomar en serio este tema. La frecuencia de estos eventos es una preocupación para todos nosotros, somos propensos a ser una víctima potencial como cualquier otra persona. Hago un llamado colectivo a los funcionarios políticos, policiales y profesionales de la salud mental para encontrar maneras de evitar que este tipo de tragedias ocurran.

Por lo tanto, sí, frente a la tragedia en Orlando oramos y acudimos a Dios porque somos creyentes. Nuestra fe nos enseña a cómo tratar a los demás, incluso aquellos con los que no estamos de acuerdo. Y nuestra fe nos llama a actuar, a desarrollar políticas y controles inteligentes para la venta de armas para que nunca lleguen a las manos de aquellos cuyo único objetivo es hacer daño. Profesamos que toda vida es sagrada, dejemos que nuestros actos demuestren que el derecho a la vida está asegurado.

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